Los buenos cerrajeros existen y suelen estar acreditados por asociaciones y por la federación española de empresas de cerrajería (UCES); suelen tener el certificado de penales, acreditar un sinfín de cursos de formación continua y lo que es más beneficioso para la sociedad, están adheridos a arbitraje de Consumo y suelen tener precios más rigurosos y económicos que «los otros».

Y, ¿quién son los otros? Pues los otros son los que se anuncian como cerrajeros 24 horas sin poner un domicilio fiscal. Son los que ponen un teléfono en una pegatina que mandan imprimir y pegar en farolas, persianas, baldosas, etc, ensuciando el mobiliario urbano. Los otros son los que suelen dar «sablazos» a clientes indefensos. Esos que llaman con una urgencia, inmersos en el pánico de unas llaves perdidas o de un piso desvalijado a media noche. Ésos que no piden presupuesto. Ésos que se encuentran con una situación dolorosa que a veces llega a sumar 3 y 4 veces más de los que te cobraría un cerrajero profesional acreditado.

Los otros, también son aquellos a los que un cliente ha llamado a un teléfono que suele ser una centralita y se presentan para realizar una apertura y lo que realizan sobre tu puerta es un auténtico butrón. Por cierto, a veces la única técnica que saben realizar para abrir una cerradura. A las horas o al día siguiente ese mismo cliente suele llamar a «los buenos cerrajeros». Aquellos que le hacen un trabajo fino sobre la chapuza monumental que «los otros» han cometido.

Un cerrajero profesional hace poco me comentaba que desgraciadamente la existencia de este tipo de «abrepuertas» ponía en valor su trabajo. Me decía que los clientes ya «sabían» a quien llamar y a quien no. Por eso, quizás fueran necesarios para el ecosistema de la cerrajería.

Sin embargo, no todo el mundo pone en la balanza calidad y precio, ni valora un buen trabajo a un buen precio. Los «otros cerrajeros» suelen fijar tarifas muy baratas para compañías multiservicios y aseguradoras y tarifas muy altas en caso de urgencias. Esto lo hacen para compensar sus ingresos que finalmente lo pagan los ciudadanos. Y aquí es donde encontramos el gran problema del sector de la cerrajería profesional española y uno de los problemas de seguridad de nuestro país.

Los bajos standares de tarifas que abonan las compañías aseguradoras y la empresas multiservicios, que subcontratan a personal para realizar trabajos de cerrajería ha creado una burbuja de «abrepuertas» en toda España que a la postre crea una mala imagen de la figura de los cerrajeros profesionales, un mal servicio y una «factura» que pagamos entre todos.

No hace mucho, llegaba a mi conocimiento la historia de una incidencia comunicada al seguro por parte de un asegurado y cuya odisea acabó generando una factura mayor. El cliente llamó a su compañía para cambiar la cerradura por un intento de robo. El servicio no llegaba de urgencia y la aseguradora le ofreció la posibilidad al cliente de que él contratara a un cerrajero y luego presentara la factura. El trabajo realizado por un cerrajero subcontratado resultó una autentica chapuza a posteriori después de que el cliente tuviera que abonar con tarjeta en el acto. Ese mismo cliente contrató a un cerrajero asociado de ASMACE, los buenos cerrajeros, que realizó un buen servicio para el cliente por el mismo precio.

El resultado final fue que el cliente pasó las dos facturas a la compañía de seguros y ésta se las abonó a los 15 días. Por eso nos preguntamos hasta qué punto les interesa a las grandes aseguradoras contratar a trabajadores poco profesionales. ¿Por qué no contrata a aquellos que realmente luego tienen que pagar indirectamente y que son las que valoran realmente los clientes.